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Artista:

Me llamo Sergio Navarro Alberich. Soy Ingeniero, Interiorista y Profesor. Nací en Madrid, una ciudad que me sigue enamorando. Durante 5 años viví en Argentina donde tengo amigos que llevo en el alma. Y he vivido en Italia, donde realicé mis estudios como interiorista en medio de la pandemia.

¿Cómo comenzó esta historia?

Todo comenzó con una búsqueda. Como tantos artistas, yo también caminé por senderos sin nombre, probé texturas, colores, formas… buscando mi voz. Hasta que llegó ese momento: mi tío me pidió un cuadro. No uno cualquiera, sino uno que representara algo tan poderoso como efímero: la explosión de la naturaleza en primavera.
En ese encargo, encontré mi camino.

No podía ser una pintura convencional. La primavera no es solo color, es vida que estalla desde la raíz, es movimiento, es caos ordenado. Así nació mi lenguaje: puntos . Miles de puntos brillantes, saturados, como semillas germinando al mismo tiempo. Cada uno, una gota de energía. Juntos, forman paisajes que respiran. Una explosión contenida en un cuadro.

Cuando terminé aquella primera obra, mi pareja entró en mi estudio. Y sin decir palabra, su mirada cambió. Fue la primera vez que vi en sus ojos lo que yo sentía: asombro, conexión, verdad. En ese instante supe que había tocado algo más grande que yo. Que si quería llegar al corazón de los demás, debía seguir este camino. Desde entonces, no he dejado de expandir ese bosque de colores.

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Mi Arte: El Bosque que Nace de un Punto

Para mí, pintar no es solo una técnica. Es una forma de respirar, de entenderme con el mundo y, sobre todo, de construir mi propia manera de ver la vida.

Cada uno de mis cuadros está hecho de miles de puntos. Pero no son puntos cualquiera. Cada uno representa un pensamiento fugaz , una chispa de conciencia. Y a cada pensamiento le doy color, porque detrás de cada idea, hay una emoción . La alegría se viste de amarillo, la calma de azul, la pasión de rosas y rojos… y así, poco a poco, nace un universo.

Es como si estuviera pintando mis días, mis sueños, mis silencios y risas. Cada lienzo es un reflejo de cómo veo la vida: fragmentada, imperfecta, pero llena de luz . Porque cuando todos esos pensamientos se juntan —los felices, los tristes, los confusos— forman algo coherente. Algo hermoso. Un paisaje hecho de miradas internas.

Quiero ver la vida bonita. No porque sea fácil, ni porque ignore sus sombras, sino porque creo firmemente en la capacidad que tenemos para encontrar color incluso en los días grises. Mi arte es una celebración de eso: de la posibilidad de elegir cómo miramos el mundo. De construir, desde lo pequeño, algo lleno de esperanza.

 ¿Cómo ves tú la vida? Yo, mientras tanto, sigo pintando la mía.

La Estrella Guía y los troncos:

Cada obra es un universo de puntos. Pero entre ellos, siempre hay una estrella . Pequeña, a veces casi perdida, pero ahí está. Es mi guiño al sueño, a las metas, a esa luz que todos llevamos dentro. Porque aunque a veces no la veamos, aunque esté oculta tras el follaje del día a día, siempre está allí. Es nuestra estrella guía , nuestro horizonte. Un recordatorio de que hay algo por descubrir, por alcanzar.

Y en medio de todo ese despliegue de color, están los troncos. Delgados, precisos, hechos con jeringuillas, porque necesitaba líneas que hablaran de firmeza y delicadeza al mismo tiempo. Líneas que fueran raíces y ramas, historia y futuro. Troncos que sostienen la copa del árbol, como nuestras raíces sostienen nuestros sueños.

Pinto paisajes que nacen de un punto, florecen en el caos y se organizan en algo hermoso. Pinto historias de vida, de esperanza, de búsqueda. Cada obra es una invitación: acércate, mira con atención, y tal vez encuentres tu propia estrella.

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